El viento arreciaba llevándose tras de su paso los recuerdos de lo que antaño había sido unos de los pueblos mas prósperos de la provincia de Segarra. Marcial miró por la ventana las calles inundadas por esa polvareda espesa que impedía distinguir muchas de las cosas que se encontraban en el exterior de su casa. Afuera lo que quedaba del pueblo era invadido por ese polvo gris que parecía gastar con su sola presencia, cada muro, cada objeto que tocaba. Respiró hondo, se sentía cansado y solo, el sonido del viento atizaba el fuego de sus recuerdos haciéndolo sentir nostalgia de un pasado que tal vez nunca había ocurrido. Miró por largo rato la calle, sintiendo como esa tormenta gris recorría cada centímetro del pueblo; imaginando que se colaba por cada quicio de su hogar, inundando todo hasta convertir el ambiente en algo irrespirable. A punto de correr las cortinas para regresar a su sitio en el sillón notó que algo allá afuera parecía luchar contra la tempestad de tierra que azotaba las calles. Tardó en distinguir el contorno impreciso de un hombre que caminaba desafiando al viento; con una mano sostenía su sombrero y con la otra cubría sus ojos del polvo que lo inundaba todo...
añeñe...
ResponderBorrarahí va....
cooooool