lunes, 3 de marzo de 2008

SANACIÓN


¿Por qué me empeño en creer que el corazón es frágil? No, la pregunta exacta sería: ¿Por qué creer que hay un corazón?
No entraré en discusiones: cerebro-alma, la gran dicotomía. Ese no es el punto, ese no es mi punto.
Hablo desde el dolor, y es por eso quizá que mis palabras suenen duras y es por eso quizá que carezcan de esperanza.
Quisiera pensar que el dolor no debería de existir, pero dos cosas me lo impiden: creo en Dios y he leído a Wilde y ambos me han enseñado que todo el sufrimiento tiene un sentido aunque en este momento me cueste aceptarlo.
Anoche sentí deseos de llorar y lo hice. No es común que confiese estás cosas. Pero a veces es bueno ponerlas en palabras.
Supongo que el aprendizaje en todo esto es demasiado simple: mi corazón es demasiado blando y así no está preparado para amar, para querer. Y sin embargo lo hace –pobre tonto- y supongo lo seguirá haciendo. Pero hoy, por tiempo indefinido – ¿una hora, dos semanas, la eternidad, quién puede definir lo indefinido?- cerrará sus puertas, quién ha alcanzado a entrar aquí se queda, quien apenas va llegando, lo lamento.
Supongo que necesito un poco de calma, recobrar fuerzas, estar en silencio, desaparecer del mundo. Todos sentimos dolor, a todos nos han lastimado; esa es una constante dentro de la naturaleza humana y quien quiera protegerse será destruido más rápido. Yo no pretendo no volver a sentir dolor, sólo quiero aprender a sobrellevarlo a no andar por el mundo mostrando mi estado miserable, a aceptarlo y recibirlo con la certeza de que un día –tarde o temprano- terminará por irse diciendo un “hasta pronto”.
No quiero desprenderme de él, aquí estará. Jorge Bucay dice que hay algo peor que sentir dolor: NO SENTIRLO, porque sin el dolor sólo existiría el vacío y eso si no podríamos soportarlo.
La libertad de decidir, como siempre es cruel, nos da la oportunidad de lastimarnos, de autolastimarnos y sin embargo nos hace entender que sólo nosotros tenemos control sobre nuestros actos.
¿Qué si me equivoqué? ¿Qué si tomé o no la decisión correcta? No lo sé, sólo decidí, era lo único que podía hacer y en el fondo eso ya es un consuelo.

¿Han tenido la impresión de que al despedirse de alguien deben salir corriendo tras esa persona y aferrarse tan fuerte a ella que jamás se pueda ir? Supongo que sí. Ayer tuve ese impulso, pero algo, supongo que mi sentido común, me aferró al piso y selló mis labios. Deje que se fuera y algo de mí se fue con esa persona, porque tras cada ser que se va, se marcha también algo de lo que compartimos con él y ya no vuelve. Nuestra vida estará siempre llena de vacíos y por qué no decirlo de espacios. Nos estaremos vaciando y llenando durante toda nuestra existencia, ese es el funcionamiento de la raza humana.



Lunes 03 de marzo de 2008

3 comentarios:

  1. Ánimo. De eso justamente se trata viir. Hay que hacerlo con decoro y dignidad. Ah, y la fuerza jamás se acaba, tranquis... sólo se recarga. Como en los videojuegos, consume items de poder.., y sí, los libros cuentasn, y las cervezas, y los hombres como artículo de mera decoración a veces...

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  2. anda, por un momento me sustraje de mis pensamientos y pude ver parte de lo que compartes en ese escrito, de alguna forma al escribirlo imaginoq ue te liberas.
    Saludos
    y que estes bien.

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  3. ¿Qué es Dicotomía? Tengo una vaga idea pero no estoy segura.

    En fin... así es, es mejor haber estado ahí alguna vez...

    Bucay no me gusta, es mal escritor, Wilde si porque (creo) murió de lo que moriré yo si sigo así... y pues Dios, Dios habla poco pero aún así da bueniiiisimos consejos...

    Creo que es fantástico el dolor, y no solo porque te recuerda que sigues respirando sino que aprendiste algo y además, que conociste a alguien! Qué fantástico es conocer a las personas! Equivocarte, enamorarte!

    Me encanta todo esto, porque de qué otra forma podrás valorar o emocionarte cuando encuentres lo que buscabas (personas, cosas, sentimientos...) sino es perdiéndolos, equivocándote, haciendo malos juicios!!!

    Además, eres poeta, debes apreciar la belleza en todo, incluso (y sobretodo) en el dolor, esa sensación de un alma muriendo, justo en la columna vertebral, si te concentras lo suficiente y dejas que las lágrimas escapen, podrás sentir cómo una mano invisible entra por la espalda sustrayendo lentamente tu columna vertebral... es delicioso...


    Te quiero.
    A veces me alejo para no intoxicar a los demás.

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