Que día tan raro. Para la gente que me conoce de hace muchos años les va a parecer muy extraño lo que escribiré a continuación. De hecho a mi me parecerá bastante extraño también, pero bueno, la gente cambia y parece ser que yo he cambiado un poco.
Todo empezó temprano, yo iba rumbo al trabajo, leyendo y escuchando música, romántica, muy romántica, he de admitirlo, cuando de pronto veo a lo lejos a alguien comprando un globo en forma de corazón. El globo en sí me parece algo feo, no me gustan el color rojo ni los corazones, pero lo que llamó mi atención y me conmovió un poco fue el pensar que alguien recibiría una muestra de afecto. De ahí en adelante me dedique a observar a la gente en las calles, comprando y regalando todo tipo de cosas alusivas al día de San Valentín. Debo admitir que sigo creyendo que este día es sólo un ardid publicitario que representa grandes ganancias para el comercio; sin embargo, una frase vino a mi mente, algo así como una epifanía mañanera: “El amor hace que el mundo valga la pena” Y que conste que no hablo del amor pasajero, ese que se regodea en festejar un solo día y deja el romanticismo para después. No, yo me refiero al amor que traspasa todo, que elimina lo imperfecto del mundo que nos proporciona dicha. Porque ¿cómo no valorar ese sentimiento que me hizo feliz sólo por notarlo en los demás?
Hay muchas personas, yo fui una de ellas. Que se quejaron una y mil veces de este día, porque lo pasaban solas, porque no tenían con quién compartir, a quien regalar, con quien festejar. Están -estuve- equivocadas. Hoy me di cuenta de que el sólo hecho de ver en los demás brotar ese sentimiento, ver como era compartido, regalado y disfrutado me hacía sentir viva, me hacía sentir amor. Perdí mi egoísmo porque comprendí que valía la pena vivir en mundo que aún conservaba un poco de fe, un poco de dicha basadas en el sentimiento más fuerte de todos…
Ya no me quejaré más, sé que a pesar de que a veces el mundo sea un terrible caos, en algún lugar, lejos o cerca, hay personas amándose, madres y padres que aman a sus hijos, gente amando a sus mascotas, parejas construyendo un mundo juntos, amistades que se vuelven eternas, un Dios amando a sus hijos, y sólo por saber eso, por sentir eso, por ser parte de eso: ESTA VIDA VALE LA PENA SER VIVIDA…
Un abrazo a todos esos seres que han aparecido en mi vida y le han dado luz. Los amo
A huevo.
ResponderBorrarAsí es como es que es.
A huevo.