Quisiera poder entender muchas cosas, quisiera detener el tiempo a veces, y en ocasiones quisiera poder predecir el futuro. Pero en definitiva, no poseo ninguno de estos poderes, soy un simple mortal. Creo que ya hasta perdí la capacidad de creer en el mundo. No, más bien: ya no me interesa creer en el mundo. Y eso es raro, ya eso no importa; sí la gente es buena o mala es cosa que me tiene muy sin cuidado. Se quién soy: a veces buena, a veces mala. Creo que ya no es cuestión de opinión de los demás; sé que a veces puedo ser generosa y sé que a veces soy increíblemente egoísta, pero, ¿saben algo? tengo casi veinticuatro años y no he conocido a nadie que sea perfecto. He conocido a gente que juzga y se desilusiona, pero sé muy bien de que pie cojea esa gente; quizá por eso he dejado de preocuparme por la manera en que me ven. Quizá en el fondo lo único importante es luchar por imponernos a nuestros defectos; dejar de juzgar a los demás y crear lazos de verdadero afecto con los que nos rodean. Al fin y al cabo el día que encuentre a alguien PERFECTO, me va a dar risa...
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