Sábado de Taller

Recién llego del taller, mismo poema, nuevas correcciones. Me está costando. No hay nada más difícil para mí que destrozar un poema para tener que rehacerlo. Antes –hay que comprender, era adolescente- pensaba que un poema debía quedar tal cual había sido escrito. “Es que si lo cambias pierde su esencia”. Ja. ¿Cuál esencia? Me pregunto ahora. He aprendido que corregir y corregir y corregir es la clave de todo; no sé como siendo tan absurdamente perfeccionista para otras cosas, no haya empezado a serlo antes con una de las cosas que más me gustan: ESCRIBIR.
Hoy Lorena dijo algo que disipa mi anterior duda: Hay que dejar de lado el EGO. Pienso que es por eso que se me hacía tan difícil iniciar la corrección de mis escritos. Durante mucho tiempo decidí dejar de lado las correcciones e iniciar nuevos –e igual de imperfectos- cuentos y poemas. Lo único que conseguí fue que se apilaran en una enorme montaña de cosas dichas a medias, de poemas que se quedaban en el aire sin decir nada, de cuentos que necesitaban pulirse. Todo eso yace amontonado bajo el colchón de mi cama. Tendrá que salir a la luz, ser corregido o arrojado al cesto de basura –esto en sentido figurado, ya que mi Personalidad Obsesivo Compulsiva me orilla a guardar cosa que ya no necesito- solo espero no tener que desechar TODO.

Ahhh que lindos días son los sábados. Bueno cuando menos este lo fue…