-La mala suerte no existe- me ha dicho un pequeño duende esta noche.
-Son sólo ideas tuyas, ideas distorsionadas como la imagen que tienes de mí ahora mismo.
No he querido seguir escuchándolo, sus orejas verdes y puntiagudas no me inspiran confianza. He cerrado los ojos y respirado profundo. Aún lo escucho parloteando. Sus diminutos pies hacen ruido al andar de aquí para allá.
-¿Quieres callarte?
-No, tengo que convencerte de que la mala suerte no existe.
-Bien, entonces esto no es por mala suerte- le digo mientras lo patéo y su frágil cuerpecito queda embarrado en la pared...
Duermo tranquila esta noche, la mala suerte existe, al menos para el duende
Me ha gustado.
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